Dios, hay tantas cosas por las cuales he descubierto que puedo dar gracias; ahora sé que cuando agradezco me siento libre, dichosa, satisfecha, bendecida, escuchada, y valorada por ti. Agradecer me hace olvidar lo confuso y centrarme cada vez más en lo bueno, aún en los momentos más difíciles. Cuando doy gracias mi día se convierte en algo realmente bueno y provechoso.
Pero lo más importante sobre lo cual descubrí dar gracias es principalmente por tu existencia. Si tú no estuvieras, yo no estaría aquí, y no podría disfrutar de todas las maravillas que creaste, entre ellas, el amor, la felicidad, la paz, la amistad, la naturaleza, los sentidos, y todo todo todo lo que hay en esta Tierra. Tu existencia es lo que le da existencia a todo lo demás, es lo que me permite estar viva a mí y a mis seres queridos, es lo que me hace tener hoy la capacidad de sentir, de querer ser feliz y de darle sentido a mi vida en tu nombre.
En el momento en que comprendí tu naturaleza, que eres un ser justo y amoroso al mismo tiempo, entendí todo lo que tuviste que hacer por mí y todos los seres humanos para que pudiéramos seguir gozando de comunión contigo. El sacrificio que hizo Jesús para que mis pecados fueran lavados, al aceptarlo, es lo que me permite tener acceso a tu gracia, a tu perdón, a tu amor, a tu misericordia, y a todas tus bendiciones.
Reconocer tu existencia, y la sangre que Jesús derramó en la cruz para perdonar los pecados de la humanidad, es aún más que cualquier cosa que pudieras darme de este mundo. Aunque no recibiera nada más en esta existencia, mi corazón está agradecido por lo que ya hizo Jesús por mí, pues esto me permite estar contigo, y gozar de la posibilidad de vivir junto a ti en la eternidad. Lo que hizo Jesús por mí ya es más que suficiente para tener gozo y agradecimiento hacia ti Dios.
Cómo no estar agradecido por cada pequeña o gran cosa que recibo cada día de ti, si lo más grande que es tu Hijo Jesús, ya lo entregaste por mí, para que yo pudiera entrar a tu presencia. Gracias mi Dios.